La niña del corazón roto.
Publicado por Adrián Miranda De La Mora, el día viernes, 25 de abril de 2014




Quiero empezar este relato hablando de la persona que lo protagoniza. Carmelita. Más específicamente Silvia del Carmen moreno Santillán. Una pequeña gran persona. 8 años de edad, casi los nueve. 6 hermanos, una despedida, y un corazón roto. Entregadas por su propia mamá al DIF de tonalá... por razones que no sabemos o no podemos entender. Las 4 hermanitas viven ahora separadas de sus demás hermanos y madre.

Carmelita, la segunda de izquierda a derecha, junto con sus hermanitas

Unos grandes y brillantes ojos, rodeados por unas largas y prominentes pestañas resaltan justo debajo de unas cejas que parecieran haber sido dibujadas por el más talentoso de los artistas. Su respingada nariz termina en una boca cuyos labios dibujan una infantil y hermosa sonrisa si el momento así lo amerita. Cabello oscuro y lacio caracteriza su apariencia, en contraste con una piel ni tan blanca ni tan morena. Exceso de cariño cuando se lo disponen, y exeso de caracter cuando la situación lo amerita tambien. 

Sin embargo, el corazón roto va más allá de la desilución, de la falta de cariño y atención: el corazón roto de Carmelita... un "soplo"... un mal funcionamiento. Carmelita llegó a casa hogar hace apenas unos 8 meses... y en poco tiempo le fue detectado "algo raro" en su corazoncito. En lo que era un latido estruendoso y desbalanceado, lo único que llenaba nuestras mentes era el "como" una mamá no podría haberse dado cuenta de tal situación... y que definitivamente era necesario atenderse con prontitud. Una tortuosa visita al hospital civil comenzó la pequeña historia. Un diagnóstico apurado entre tanta y tanta gente que busca ayuda... una advertencia que nos preocupaba más que darnos esperanza: debía ser atendida cuanto antes, y deberíamos llenarla de medicamentos todos los días.

Una de las notas que nos entregaron en el hospital

La historia no podía ser tan mala... y pensamos en una segunda opinión. Fuimos referidos al hospital del Carmen con el doctor César Ochoa, quien no solamente nos atendió de maravilla, también nos dió mucha calma al hacer caso omiso de los medicamentos que Carmelita necesitaba. De igual forma nos dijo que si se tendría que operar, aunque no con tanta prisa, y encima de todo nos refirió con las personas adecuadas para ayudar en un caso tan particular como este.

 

Carmelita, con el doctor Cesar Ochoa en su primera revisión.

Taiyari es la palabra clave en esta historia. Una gran fundación, donde gente que a mi parecer son dirigidas por Dios mismo, donde las personas con tantas dificultades pueden encontrar una esperanza, una luz. Operaciones de corazón a pequeños de escasos recursos... no podíamos haber llegado a un mejor lugar. Cada vez que hablaban del tipo de operación que ella necesitaba, el sentimiento y el miedo invadían todos nuestros corazones, no solo el de Carmelita. El tiempo pasó, Dios hizo su trabajo, y todo se facilitó para que Carmelita tuviera su operación programada a tan solo 4 meses de que fue revisada por primera vez... cada minuto que pasaba, el día estaba más y más cerca.

Taiyari, hagan clic para visitar su sitio web, vale la pena.

De repente, recibí la llamda de la madre Clemen, donde me avisaba que "el martes" Carmelita tendría su operación... Me preparé mentalmente por la noticia y me dispuse a dedicar todo el día a acompañarla, que es lo mínimo que podía hacer por ella. 

El lunes estuve ahí, los nervios se sentían en el aire... fuimos al hospital a terminar los análisis que hacían falta, y de regreso, Carmelita se mostraba callada, con la mirada perdida, cabizbaja... yo le preguntaba si estaba lista, y ella solo asintía. Sentí sus nervios y le pregunté lo que sabía de la operación, ella respondía como si fuera un examen, repitiendo las palabras del doctor mismo. 

Carmelita con la madre Clemencia, directora de su casa hogar, un día antes de su operación.

 

Casi al llegar a su casa, ella lanzó la palabra que obviamente le estaba atormentando: "Adrián, ¿es verdad que me puedo morir?" Una pregunta que en realidad asusta a cualquiera... la muerte, tan cercana y tan lejana, es un tema que cuesta trabajo tratar... pero esta no era ni siquiera cercanamente la ocasión, por lo que me esforcé por explicarle la categoría de personas que estarían a cargo de su operación, el tipo de operación y el porqué los riesgos eran mínimos... en mi mente hacía eco la palabra "mínimos" sacando a flote el temor que desde luego habitaba en cada uno de nosotros.

Después de que le expliqué un poco, ella lanzó otra pregunta que claramente habitaba en su mente y  en su corazón "bailarín": "Adrián, ¿y si mejor no me opero?" Era obvio que ella estaba empezando a arrepentirse... la frase motivacional era explicarle como su futuro sería muy diferente si accedía, y de como necesitaría más cuidados cuando "fuera grande"... haciendo énfasis en que no habría riesgo para ella, pero que su vida sería complicada por los cuidados que debería tener.

Sin embargo con ella no podía mostrar el miedo que yo mismo tenía, y mucho menos con las demás de sus compáñeras, quienes al llegar a casa hogar comenzaron a lanzar preguntas, que aunque reflejaban su interés y preocupación en el tema, desde luego que lastimaban no solo a Carmelita, si no también a sus hermanas, que rompieron en llanto con la preocupación que les embargaba. Era el momento perfecto y le pedí a Carmelita que les explicáramos las cosas con la intención de dejarlo todo lo más claro posible. "Es un procedimiento delicado, pero ellos lo saben hacer muy bien" "Tienes suerte porque estas personas son las mejores de México" Fue realmente un momento complejo en el que tuve que enfocarme para  no provocar una mala interpretación... 

La mañana del martes comenzó envuelta en un ambiente de fiesta, donde Carmelita, envuelta en un vestido blanco, recibía una improvisada pero apropiada ceremonia de bautizo y primera comunión, la intención de las madres de prepararla para tan complicados momentos... 

Carmelita recibe la primera comunión a pocas horas de entrar al quirófano

Unos padrinos muy dispuestos, y sorprendidos por el evento la acompañaron durante toda la ceremonia. Al finalizar, fotos y alegrías, mientras la espera se hacía pequeña y llegaba el momento de ir al hospital. 

La foto oficial de su bautizo y primera comunión

Momentos en que ella olvidaba un poco lo que le esperaba en el hospital.

Un trayecto frío y sin obstáculos en el auto, reflejaban la incertidumbre y el exceso de pensamientos en la mente de Carmelita, quien con la mirada perdida en la ventana del coche esperaba llegar a su destino. Trámites y firmas incrementaban la emoción, hasta que llegamos a la habitación 515, en donde nos esforzamos por resaltar cada detalle para que ella se sintiera más cómoda: "Mira que cama tan cómoda! y ya viste el baño? todo muy limpio! y mira tienes tele para ver tus películas! y tu aire acondicionado por si te da calor!" 

La habitación de Carmen.

Todo esto combinado con la inmensa amabilidad de todas y cada una de las personas que nos atendieron, desde el ingreso al hospital, pasando por las enfermeras, el doctor Miguel, y las representantes de la fundación Taiyari, quienes nos recibieron y nos atendieron muy bien. 

Todos atendieron muy bien a Carmelita, y eso le ayudó a estar más tranquila.

El doctor Lozano se presentó y platicó un poco con Carmelita quien se mostraba un poco nerviosa cada que alguien entraba. Las 3 pm era la hora señalada, y estábamos cada vez más nerviosos, aunque para Carmelita, el ambiente parecía hacerse más amigable. Jugamos un poco en una u otra cosa para distraerla y pasadas las 3pm la camilla llegó. Rápidamente se alistó con la bata y salió en la camilla. La acompañamos hasta donde pudimos, y el doctor, de la manera más atenta y profesional, la recibió y se comprometió a avisarnos en caso de cualquier cosa.

De repente, Carmelita estaba en la camilla lista para partir.

 

La seguimos hasta donde nos fue posible.

Después de eso pasaron alrededor de 3 horas donde la emoción y la incertidumbre estaban en el ambiente. Luisa, de Taiyari, nos acompañó después de un rato, y nos ayudó a entender aún más del funcionamiento de esta increíble fundación. El rato fue ameno, y cuando menos nos imaginabamos, el doctor tocaba a la puerta con Carmelita en la camilla... después de la impresión salimos, y nos encontramos con la grata sorpresa de que todo había salido bien... fue un momento conmovedor, y fue tan sorprendente que es dificil explicar con palabras. La sorpresa fue para mi, para nosotros, y parte de lo sorprendente es la naturaleza con la que el doctor se dirigía a nosotros, para explicarnos como todo había estado perfecto y los cuidados que debíamos tomar. 

El doctor Lozano llevando a Carmelita de vuelta a la habitación. Ella aún bajo anestecia

En cuestión de unas horas, ella fue tomando de vuelta el conocimiento. Fue muy poco el tiempo que requirió para volver a sonreir, para volver a ser la niña que conocemos, y para ver la expresión en su cara cuando se dió cuenta de que su corazón ya no era "bailarín" Un procedimiento "perfecto".

 

Pasamos la noche con ella, por razones obvias no fue muy cómodo entre tanto aparato, yo desde hacía varios días, había pensado que ella despertaría en la madrugada, incómoda, con dolor, y que ella abriría los ojos para comprobar que no estaría sola... mi misión para esa noche fue esa, estar ahí en ese momento, que desde luego ocurrió en varias ocasiones durante la noche.

Hay muchas cosas que resaltar en esta historia, pero las más importantes son como Carmelita ha encontrado la estabilidad, ha recuperado el color de su piel y ahora mira televisión mientras espera el día de mañana en que será dada de alta...

Una madrugada de "Cartoon Network" y "Discovery Kids" para ayudarla a dormir un poco más.

En la mañana siguiente, alegrías, sonrisas, felicitaciones. ¡Lo había logrado! todo gracias a la ayuda de TAIYARI y su valiosa gente. El doctor pasó a revisarla para poder darla de alta y que siguiera su recuperación en casa.

El doctor, siempre tan humano, sonriente, profesional. Un ejemplo a seguir.

Luisa Perez y Michelle de Taiyari, siempre positivas y siempre atentas al estaddo de Carmelita.

Ante la mirada de Erika, enfermera, Carmelita estaba lista para irse.

Lista para volver a una mejor vida,  prácticamente con nuevo corazón

No quisiera pasar por alto NINGÚN nombre,,, en realidad todos y cada uno de ellos cuentan para que esto haya sido posible. Desde luego que el doctor Lozano, Luisa Pérez, la señora Delia que fue siempre amable y que estuvo mucho tiempo con nosotros a pesar de que era su cumpleaños, los padrinos de Carmelita, la señora Claudia, todas y cada una de las enfermeras, camilleros y personal del hospital... su apoyo fue invaluable.

Y por supuesto, el increíble sentido humanitario, que es tan grande como la capacidad y preparación de estas personas.. así como la voluntad que les motiva a avanzar y crecer, uniendo esfuerzos, haciendo planes, juntando manos... otorgándoles un futuro a muchos de estos niños... todo esto en conjunto es el tipo de cosas que nadie podría argumentar que son "un milagro".

 

 

¿Yo? estuve ahí, lo viví y lo sentí en carne propia, experimenté un momento increíble en la vida, conocí a personas que tienen los pies en la tierra, que tienen un corazón del tamaño del mundo, y que no obstante la vida que tienen, la hacen a un lado para ofrecer sus capacidades y su trabajo a personas que no podrían obtenerlo de otras maneras. ¡Qué suerte que existan las cámaras! ¡Qué suerte que pude guardar para siempre el recuerdo de esta noble acción!

 

 

 





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